Un tímido joven gay entra por primera vez en un club de sexo. Está claramente nervioso, pero en el fondo sabe que está deseando ser utilizado y poseído por un verdadero dominante. Rápidamente acaba en manos de un maestro experimentado que está a punto de convertirlo en el perfecto obediente. Llevado a una habitación oscura y atado a un cabestrillo, se encuentra cara a cara con su propósito: servir. El dominante, completamente desnudo, planta sus pies sudorosos en la cara del sumiso y marca su territorio, dejando correr su orina. El chico lo toma, con la boca abierta, la mente rota y la polla goteando.