Historias de sexo

Historias sexuales escritas por clientes.

En la Sauna Gay
Publicado 24/06/2025
Entré en la sauna con el deseo en las entrañas. El aire abrasador me golpeó en cuanto crucé la puerta. Olor a sudor, semen y piel caliente. Luz tenue, niebla espesa. No se ve todo, pero se adivina. Cuerpos, sombras, suspiros. Aquí, todo vale. Me desnudo lentamente, las miradas de los demás ya están puestas en mí. Lo disfruto. Saber que me observan, que me miden. Me adelanto, con una toalla sobre el hombro, pero sin atármela. Quería que la gente viera que estaba preparada, que ya estaba empalmada. En el rincón oscuro del hammam, había un grupo. Tres o cuatro, quizá más, medio visibles entre el vapor. Un tipo se levantó, alto, pecho velludo, sexo pesado, ya tieso. Me miró fijamente. Un movimiento de cabeza. No dijo ni una palabra. Le seguí. En cuanto estuve a su alcance, me estampó contra la pared caliente, la piedra ardiente contra mi piel desnuda. Me agarró por la nuca y me escupió en la boca antes de darme la vuelta. Sabía lo que hacía. Nada de ternura, sólo tensión cruda y controlada. Me separó las piernas con las rodillas, escupió entre mis nalgas y empezó a follarme como si fuera suya. Y lo era. Detrás de él, se acercó otro. Me agarró del pelo y me guió hacia su polla. La chupé sin pensar, con la garganta abierta, mientras el otro me machacaba con profundas embestidas. Mi cuerpo estaba atrapado entre dos machos calientes, húmedos y ruidosos. Me habían tomado, utilizado y suplicaba más. Ni siquiera sabía cuántos me rodeaban al final. Manos por todas partes. Una boca en mi cuello. Dedos separándome, dentro y fuera. Y siempre ese calor aplastándome, tragándome. Cuando me vacié, fue sin tocarme siquiera, temblando de espasmos, vacía, temblorosa. Me quedé allí, de rodillas sobre las losas ardientes, cubierta de sudor y semen. Sin aliento. E incluso en esa posición, seguía empalmado.