Todos hemos tenido un día el deseo de follar con un camarero buenorro. Este tipo de tíos son difíciles de conseguir: guapos, sexys, seguros de sí mismos y con experiencia. El cliente de un club gay está decidido a meterle mano a la polla del camarero. Espera hasta la hora de cierre, cuando todos los clientes se han marchado, para decirle con descaro cuánto lo desea. El empleado del club no se lo piensa dos veces, su polla ya está dura. Ha trabajado muchas horas, pero le queda energía para follar al tío y echarle una semana de esperma en la cara.