Apasionado del castigo, Bailey Onice vuelve en busca de Sebastian y se encuentra con que toda la tripulación está deseando utilizarlo y servirse de él para su placer personal... y el suyo, por supuesto. Sebastian suspende al chaval y le venda los ojos antes de someter a Bailey a una flagelación que deja al lloroso adoxxxcente rojo de marcas de látigo. Con la polla y las pelotas atadas al suelo, Bailey agoniza. Finalmente, Sebastian se dirige a la polla del chico, que necesita desesperadamente una mamada. Se ceba en ella hasta que es incapaz de contenerse y eyacula sobre un metro. Complacido, Sebastian recompensa a Bailey ordenándole una mamada lenta antes de descargar su propia carga sobre el chico que espera. Mientras tanto, Bailey pierde el control y se mea encima mientras su cabeza cuelga avergonzada.